sábado

Coreanos en Escandinavia.

Encontrar coreanos en Escandinavia no tendría nada de excepcional si no fuera porque...

Mi prima Andrea me compró en Buenos Aires, porque se lo había encargado, un Eurail Pass y me lo envió con un amigo (el primer intento de envío, unos meses antes, se había "perdido" en manos de algún empleado del correo). Por descuido me había comprado 15 días seguidos de viajes en tren en lugar de 15 días/viajes a usar en dos meses. Los Eurail Passes son pasajes de tren para viajar libremente por Europa, con una cantidad de variantes en cuanto a días, países, tipos de trenes y precios. En 1991 abarcaba la Europa "clásica" con 7, 15 o 21 días, primera clase obligatoria para los mayores de 26 años. Solo pueden usarlo los no europeos y no residentes -para europeos está el "Inter Rail"-.
A dónde ir con esos pasajes y cómo? Durmiendo durante 15 días seguidos en trenes? Dónde hay ciudades que visitar en un solo día? No puedes visitar París, Madrid o Roma en un día, y ni hablar de perder un solo día de viaje! Dónde encontrar ciudades relativamente importantes y lo suficientemente distantes entre si como para pasar la noche durmiendo en el tren? Y en qué ciudades europeas puede haber duchas públicas en las estaciones de trenes? (Hoy en día en la mayoría de ciudades importantes). La respuesta a mis preguntas: en Escandinavia!
Octubre de 1991, partiendo de Múnich hacia el sur (en Escandinavia no hay tanto por recorrer, tenía que comenzar por otro lado) llegué a Milán, de ahí a Florencia, Siena y Pisa. Y comenzé a "subir": primera parada en Amsterdam, a la noche el tren me llevaría, con transbordos, a Helsinki. En el andén de la estación había muy poca gente. Me llamaron la atención tres personas, una pareja de asiáticos y otro hombre, a mis espaldas y sentados en un banco, esperando el mismo tren que yo. Lo extraño era que entre ellos hablaban castellano -en un castellano muy pobre-. El asiático preguntaba al otro hombre, señalando su Eurail Pass "Tren para?" No, tren no para -contestaba el otro- "Tren para?" Si, si, tren para... Y otro par de preguntas en ese estilo.
Llegado el tren los perdí de vista. El primer transbordo fue apenas una hora después en una estación de nombre impronunciable, siempre dentro de Holanda. Al intentar fijarme en un mapa de allí el recorrido del viaje, encontré a los tres en un intento de conversación similar a la anterior. Y no pude con mi curiosidad, dirigiéndome a la asiática: Disculpe, de dónde son? "De Corea", dijo ella. "Y usted?". De Argentina, Buenos Aires. El coreano, su marido, comenzó a saltar de la alegría y no paraba de repetir "Yo! Buenos Aires! Argentina! Avenida Carabobo! Yo! Avenida Carabobo!" (no lograba pronunciar más de dos palabras seguidas). Primera aclaración de su parte: coreanos residentes en Buenos Aires (Avenida Carabobo en el barrio donde vivía la mayor parte de la colectividad coreana). Segunda aclaración: el castellano, pobre y muy cortado, era el único idioma en común que tenían con Gabriel, canadiense. Y así fue como el resto del viaje -por Helsinki, Estocolmo, Oslo y Copenhague- lo compartí con Gabriel y en el camino, pasando los días, nos íbamos cruzando a Sonia y Antonio, sus nombres argentinos...

Y un poco de información turística. En un viaje anterior me había encontrado con mexicanos viajando por Europa y ellos me habían hablado muy bien de Estocolmo. Les di la razón, la ciudad es bellísima, tanto de día como de noche. Pocas ciudades me han impactado tan favorablemente. Es sencillamente diferente a todas las ciudades que he conocido.
En el primer tramo del viaje y antes de llegar a Copenhague, durmiendo los cuatro en un mismo compartimiento nos despertamos con un movimiento extraño: el tren se movía pero no parecía andar sobre rieles. Y salimos para verlo: estábamos sobre un transbordador con rieles en su interior. En el tren y navegando...
Las cuatro capitales escandinavas. Lo más importante -y lo único- que recuerdo de Helsinki es el viento. Estocolmo es imperdible! Oslo es la llamada "capital mundial del pullover", cientos, miles de ellos en todos los colores y versiones posibles, hermosos y accesibles para bolsillos de un solo tamaño... Copenhague tiene su encanto, y su sirenita.

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