domingo

Mumbai: la Entrada a India y mi llegada al país.

Gateway of India (entrada a India).

Ya conté antes mi miedo a la India -el miedo a lo desconocido, en gran parte-. No es fácil llegar y encontrarse con cosas que nunca imaginas que puedan suceder, la cruda realidad del país, la suciedad, la extrema pobreza, las condiciones de vida que para cualquier extranjero occidental son impensables. Quien te habla de lo hermoso que es el país tiene sus razones para hacerlo, lo admito. Pero aquel que dice que no es tanta la miseria, que los indios son felices porque no conocen otra cosa y que ven el país como un cuento de hadas, es porque o son menores de 20 años (cuando se vive posiblemente todavía en una burbuja) o tienen una mentalidad realmente hueca. No se puede ser neutral y dejar pasar por alto todas las calamidades solo porque el Taj Mahal es una de las obras más bellas creadas por el ser humano, ni porque te encante la comida india, ni mucho menos porque hayas hecho un curso de yoga/relajación/meditación o como quieras llamarle en el sur del país. Nadie puede, realmente, ser tan ciego...
Como conté en otra entrada -"Metrónomo, o péndulo invertido..."- mi primera noche en Mumbai la pasé en un hotel cercano al aeropuerto. Temprano en la mañana llegué en taxi a la pensión que tenía reservada. Muy en el centro de la ciudad, una habitación muy grande con baño compartido. En el año 2000 no era tan fácil hacer las reservas en hoteles como hoy en día y la mayoría de hoteles, pensiones y cualquier otra clase de hospedajes los podíamos encontrar solamente en el Let's Go -que ya no se editan más, hoy tenemos los Lonely Planet-. El viaje entrando a la ciudad me iba dando una idea de lo que vendría: a los costados del camino las viviendas más precarias, las típicas "tipi" que conocemos de las películas del oeste americano, usadas en Mumbai como vivienda única, familiar. Un trozo de lona enganchado con ramas de árboles como techo y única posesión material en este mundo. Y no una, sino cientos...
En la puerta del hospedaje encontré un hombre durmiento en el suelo, sobre uno de sus costados. Tuve que saltearlo para poder entrar. Tres días más tarde seguía ahí, en su misma postura. Nunca supe si realmente dormía, meditaba, vivía ahí o estaba muerto. Adentro el lugar estaba relativamente limpio -en India no hay nada limpio-. Mi terror al agua contaminada me hacía lavarme las manos, dientes y cara con agua mineral. La cabeza y partes íntimas con agua ionizada. Y así durante tres semanas...
Recorriendo la ciudad y cerca de la Gateway of India, descansaba un par de minutos a la sombra cuando ví que un indio, con mujer e hijos pequeños, apuntaba su cámara fotográfica hacia mí. Creyendo que estaba delante de algo que le llamaba la atención, me moví unos pasos para que pudiera tomar sus fotos. Pero seguía enfocándome y tomando fotos. Minutos más tarde entendí que pasaba cuando un grupo de jovencitos, cinco o seis de unos 17 años, me pidieron de fotografiarme con ellos. Tenían una sola cámara y se iban turnando para la foto. Incluso uno puso su mano sobre mi hombro -sin llegar a tocarme- a modo de abrazo. Era extranjera, mujer y blanco perfecto para una foto! (a su modo de ver). En los días que siguieron y en todas las ciudades me pasó algo similar, madres fotografiándome con sus chiquitos y hasta con bebés -ellos llorando desesperadamente con una desconocida que los tenía en brazos...- Matrimonios, amigos, sin distinción de sexo ni edad, ahí salía yo en cada foto con quién lo pidiera.
No fue lo único que me siguió en el resto del viaje: los olores, la pobreza, la suciedad, la muchedumbre -si quieres estar solo en India, enciérrate en la habitación de tu hotel-, así como los colores, el polvo de las calles, perros hambrientos, cientos de vacas sueltas, leprosos, discapacitados, la increíble y hermosa arquitectura de los palacios, la gente simpática y las que se quieren aprovechar de todo extranjero (estás usando su país, por ello debes "pagar") y la lenta, mal aprendida, mal interpretada, mal usada y en este caso hasta maldita, burocracia heredada de los ingleses...
Cierra un poco los ojos, respira bien hondo, cuida tus pertenencias, piensa que estás de vacaciones en un lugar exótico y seguramente deseado por mucho tiempo y sumérgete en el país, que después de todo lo que en realidad vale son las experiencias vividas y la cultura adquirida en un viaje. La vista del Taj Mahal en Agra -a relatar en otra entrada- justifica todo el viaje...

Welligton Circle.

Jugando al cricket.

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