domingo

Cuando la compañía hace al viaje. Marruecos.


Keilis y yo en el TGV París-Bordeaux el 29-8-1998.

Quién más, quién menos, muchos hemos pasado por una situación similar: viajando solos podemos conocer una persona excepcional con la que compartir parte del viaje; saliendo de vacaciones con un buen amigo, esas vacaciones pueden convertirse de repente en la pesadilla de tu vida o dejarte el mejor de los recuerdos... Keilis y yo éramos vecinas de edificio en Buenos Aires. Nos conocimos a finales de los 80 y nos hicimos amigas. Ella regresó a su Venezuela natal cuando yo ya vivía en Alemania. En septiembre de 1998 me visitó y, las dos con un Eurail Pass, salimos de Múnich primero a París y de ahí a Madrid, Sevilla, Córdoba, Granada. Ya le había dicho en algún momento que antes de separarnos -ella se quedaría en Barcelona unos días y yo volvía a casa-, me acompañara al lugar donde en realidad quería ir. Y estando en el sur de España, se enteró que cruzaríamos a Marruecos. Fue, y sin duda alguna por la compañía, uno de los mejores viajes que recuerdo. No paramos de reírnos en una semana, y con nosotras los marroquíes. En realidad no se reían con nosotras, sino de nosotras. Y ya desde el comienzo. Intentando bajar del barco en Tánger -intentando porque parecíamos ganado rumbo al matadero-, el hombre que nos recibía en tierra firme me preguntó asustado "Viene sola???". No, -buscaba a Keilis que se me había perdido entre la muchedumbre- con ella! -señalándola-. El hombre se rió a modo de "dos mujeres solas es todavía peor que una!". Dos mujeres solas y viajando por libre en Marruecos...

TÁNGER.
Al vernos descender vinieron hacia nosotras unos treinta hombres "ensabanados" (con kaftán blanco, más bien usado por los hombres que se dedican al turismo) -como les llamamos entonces, a ofrecer hoteles, restaurants, servicio de guía. Arreglamos con uno que nos haría de guía durante ese día, antes de subirnos a un tren hacia Marraquech, esa noche. Las primeras dos horas la tuve a Keilis casi pegada detrás mío: el shock y el miedo que le habían causado los "ensabanados" al llegar le duró un buen rato. Tánger no es una ciudad que vale la pena conocer, pero un modo suave de "aclimatizarse" al país.
Ya estaba oscuro cuando subimos al tren. Teníamos camarote de primera clase -primera clase marroquí!-, dos camas arriba, dos abajo. Nuestra sorpresa fué que debíamos compartirlo con dos marroquíes (en España separan a los pasajeros para compartir camarote por sexo, y justo en Marruecos nos tocaba compartirlo con dos hombres!). En el camarote de al lado estaba la mujer y dos hijos pequeños de uno de nuestros compañeros, pero una marroquí no puede compartir camarote con un extraño, así que la habían puesto a compartir con otras dos mujeres.
En el tren de Tánger a Marraquech.

MARRAQUECH.
En Marraquech nos fué fácil movernos solas, la ciudad es grande y abierta. El calor en septiembre era realmente insoportable, durante las dos horas siguientes al mediodía volvíamos al hotel, el único lugar un poco fresco.
Frente a una de las plazas principales está el jardín botánico Majorelle y ahí vimos lo que jamás pensé ver en un país musulmán. La mujer estaba apoyada sobre las rejas en una posición un poco extraña: uno de sus pies apoyado sobre la reja misma y uno de sus brazos extendidos hacia arriba. Vestida con el niqab (deja solamente los ojos al descubierto), miraba fijamente a quien la mirara. Una prostituta. Nos fuimos a las afueras de la ciudad en un carro tirado por dos caballos (nuestro taxi) y cuando regresamos, unas 3 horas después, ella seguía ahí y en la misma posición...
El segundo día en Marraquech nos adentramos en el suq, que no es muy grande y fácil de recorrer. Keilis, que ya se había hartado de mis recomendaciones de llevar faldas largas o pantalón amplio, no soportó más el calor y decidió salir en mini short. En Marruecos! Al principio fueron miradas muy duras provenientes de mujeres marroquíes. Le siguieron gestos y palabras -que no entendíamos- de cualquiera que nos viera. En un momento me dice: "Ese chico me está siguiendo y me dá miedo, dice algo que no entiendo..." Seguimos recorriendo sin darle importancia hasta que en un momento me dí vuelta y la había perdido de vista. Y por ahí venía, entre enojada y lloriqueando... "Te dije, ese chico me daba miedo! Con su mano rozó mi pecho!" Me dió tanta risa! Para el pobre chico,que no tendría más de 14 años, esa vestimenta era una provocación que no debía perderse. Seguramente su primera experiencia "sexual". Pregunté: y por eso lloras? "No... Es que le dí una cachetada!" Y? "Y él me la devolvió!!!". Esa fue la despedida de sus mini shorts en Marruecos...
Después de un par de días, seguimos viaje en tren hacia Casablanca. La ciudad no nos gustó para nada y una hora después de haber llegado estábamos camino de la estación de trenes con destino a Fès.
En el suq de Marraquech.

En el suq de Marraquech.

En "carroza" con chofer en la Av. de la Ménara en Marraquech. 

Llegando a la Ménara.


FÈZ.
Fèz, ciudad capital del islam en Marruecos, con cerca de un millón de habitantes. Lo más hermoso que he visto en el país. Sentado frente nuestro en el tren que nos llevaba a la ciudad, un joven marroquí, en perfecto español, se ofreció a hacernos de guía. Desconfiadas, hicimos una cita con él para la mañana siguiente. Teníamos anotado un hotel al que ir y nuestro "guía" nos aconsejó que nunca fuéramos a la parte izquierda del hotel, que funcionaba como cabaret (después descubrimos que el hotel era también usado por horas por las "cabaretistas" y sus clientes, y cada vez que subíamos a nuestra habitación éramos acompañadas por alguien de la recepción -qué servicio!-). El hotel era muy barato y un par de cucarachas y otros insectos parecían estar incluídos en el precio, por lo que nos sentimos con el derecho de rociar las camas, suelos, baño y todo lo que encontramos en la habitación, con uno de esos aerosoles contra insectos.
Temprano por la mañana fuimos a la dirección que nos había dado nuestro supuesto guía y ahí nos encontramos con la sorpresa de que era la oficina de turismo oficial y Youssef Korkari -te lo recomiendo!- un guía titulado -español, italiano y francés- que además de presentarse en camisa y corbata, era un joven muy correcto y simpático.
Es una aventura un tanto imposible recorrer el suq (zoco) de Fèz sin guía, porque no se trata solo de los típicos mercadillos sino que está habitado por más de un millón de marroquíes. Youssef había nacido dentro de esos muros...
Por la tarde nos dió un descanso, deberíamos encontrarlo a la mañana siguiente. En todos los bares, restaurants y demás puestos en las calles se ven solo hombres. Hombres solos acompañados por otros hombres. Sentados a una pequeña mesa en círculo, bebiendo algo frío o té de menta. Y nuestra presencia en un lugar así no pasaba para nada desapercibida... Sentadas en la terraza de uno de esos bares, pregunté por el "toilette". Me darían la llave en el interior. Entré, pregunté por la llave y el hombre que me atendió me dijo "la argentina!" a modo de saludo. Llevábamos menos de veinticuatro horas en una ciudad enorme y ya parecían saber todos de dónde eran esas dos mujeres viajando solas... Era lo mismo cada tarde en el país: las dos sentadas a una mesa, rodeadas de hombres que se reían de tal forma de nosotras que hasta nos señalaban con los dedos a modo de que no quedaran dudas sobre que hablaban y se reían de nosotras. Y nosotras dos nos reíamos de sus risas...
Barrio de los tintoreros, Fèz.

El suq de Fèz.

Santuario de Moulay Idriss II, Fèz.

Al final de nuestra aventura nos subimos a un tren nocturno que nos llevaba de Fèz de regreso a Tánger. Youssef nos acompañó a comprar los boletos -primera clase, recomendada para turistas- y por la noche nos llevó a la estación. Subimos y nos encontramos con que solo había dos compartimentos en todo el tren de primera clase y uno de ellos estaba clausurado. Nos acomodamos en el segundo, de seis asientos, y tuvimos que compartirlo con cinco marroquíes: cuatro hombres y una mujer.
Ellos, preguntando de dónde éramos, cuando escucharon "Argentina" sacaron el tema Maradona... Y así fué como empezaron horas de charlas y discusiones sobre Maradona, en parte en francés, en parte en árabe. Y nosotras? Apretadas en nuestros asientos, ahogadas en humo de cigarrillos y aturdidas con los gritos de los otros, logramos quedarnos dormidas!
Un viaje sin lugar a dudas entretenido, lleno de cultura y hermosos lugares y, también importante, gente de buen humor siempre dispuesta a ayudarte y con una sonrisa en su boca, que aunque se rían de ti, aprende a reírte con ellos...


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