domingo

India. Metrónomo, o péndulo invertido.

A ver si nos entendemos: a un hombre de la India llamémoslo indio. Si lo llamamos hindú damos por seguro que su religión es el hinduísmo cuando también podría ser, por ejemplo, musulmán o cristiano. Un metrónomo es un aparato que se utiliza para indicar tiempo o compás de las composiciones musicales. Con seguridad lo has visto alguna vez sobre un piano.
A finales de octubre de 2000 llegué a India. Los tres primeros días en Mumbai y los tres últimos en Delhi iba a estar sola -que en realidad fueron los mejores, pero esa es ya otra historia-, el resto con un amigo de Canadá. El país me aterrorizaba, y recién llegada, me encerraba en el hotel a las 5 de la tarde a esperar el otro día. No tardé mucho en darme cuenta de que no había de qué temer y disfruté más del viaje. Pero llegar al aeropuerto a las 11 de la noche y encontrarse con que la oficina de taxis oficiales está cerrada por feriado, convirtió mi miedo en pánico (recomendaciones para viajar en India encontrada en todos los libros: "nunca se suba a un taxi en el aeropuerto a menos que sea uno de la agencia oficial"). Y ahora? La única que estaba abierta era la de reserva de hoteles, y yo ya tenía una reserva hecha en Mumbai. Me acerqué explicando mi situación y el hombre de ahí me dijo que lo único que podía hacer era ir a un hotel cerca del aeropuerto y al otro día, de día!, llegar al mío. Mientras pensaba en una solución, y siempre con el aerosol de pimienta en la mano -lo había sacado de la mochila en cuanto descubrí la otra oficina cerrada-, veo a dos jóvenes en mi misma situación. El de los hoteles nos propone ir los tres a un mismo hotel, nos llevarían en minibus. Uno de los chicos me preguntó de dónde era, me contó que era esloveno y además, para mi suerte, hablaba italiano. Y así hicimos. Pasada la medianoche y ya instalados, Tomaz (se pronuncia Tomásh) quiso ir a comer algo. Sin hambre lo acompañé. No me quería perder la gran fiesta. Era el tercer y último día del Diwali, o fiesta de las luces, celebración del año nuevo hindú, una maravilla de luces de color rojo que ya se podían observar cuando el avión estaba por aterrizar. El hotelito quedaba en un pueblo de las afueras de Mumbai, salimos, caminamos 200 metros y nos subimos a un rickshaw con motor. Tomaz pidió que nos llevara a un lugar a comer. Después de unos 10 minutos de pasearnos por todo el pueblo nos dejó en la puerta de un hotel. Hotel? Noooo, eat, comer, mangiare! Los dos a las señas. Nos entendió (?) y siguió dando más vueltas hasta que aparecimos en un local con un hombre de guardia en la puerta, una discoteca o algo así. Tampoco entendía lo que queríamos, pero podíamos entrar en la disco... Para todas las preguntas la misma respuesta, típica de la gente de ese país: un movimiento de cabeza como péndulo invertido. Entendimos que ese movimiento quería decir que si. Y que no. Y que no puedo, que quién sabe, que esta noche, que mañana... De vuelta al rickshaw sin saber lo que nos esperaba en la próxima parada. Otros 15 minutos -quizás estábamos ya en el pueblo de al lado- y paró en un local donde había gente en la puerta y un indio que hablaba inglés. Bien! Y ahora que pasa? Es un restaurant, verdad? "Si, pero vamos a preguntar si pueden entrar mujeres". Oh. La 1 de la mañana, pude entrar también. El local era pequeñisimo y estaba repleto. De hombres! Pude distinguirlos a pesar de la humareda... Me sentí un poquito observada al entrar. Solo un poco. Y no solo al entrar, sino durante las dos horas que permanecimos en el lugar.
Entramos en conversación con un joven que teníamos sentado enfrente y al rato, entre preguntas sobre costumbres y usanzas, Tomaz le preguntó: Y chicas, cómo se hace para conocer chicas? Su humor reflejó parte de su inteligencia: "En India es muy fácil conocer una chica! Primero te casas, después la conoces...".
A las 3 de la mañana le pedí a Tomaz de irnos, todavía teníamos casi una hora hasta nuestro hotel... Caminamos unos pasos buscando un rickshaw y lo que vimos nos dejó con la boca abierta: ahí enfrente estaba nuestro hotel! El pobre hombre que nos había traído y sus movimientos metronómicos nos habían llevado por toda la ciudad en círculo! No fué mala intención, ni siquiera sabía en qué hotel estábamos. Y así aprendimos que el péndulo invertido se utiliza en cada momento y situación, refleja tristezas y alegrías, enojo, conformidad y desacuerdo y si y no...
Tomaz y yo seguimos hasta el día de hoy siendo buenos amigos.
Rickshaw con chofer esperando pasajeros en Varanasi.

Un paseo por el desierto en Jaisalmer.

Un baño ritual para los hindúes en las aguas del Ganges.


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